Este bacteria microscópica, aporta cerca de 100 nutrientes, lo que convierte a la Espirulina en uno de los alimentos más completos: aminoácidos, ácidos grasos, azúcares, minerales (calcio, fósforo, magnesio, hierro, zinc, cobre, manganeso, cromo, sodio, potasio y selenio), enzimas (superóxido dismutasa) y vitaminas A, D, E, B1, B2, B3, B6, B7, B8, B12 y K. ¡Un poco de todo!
Fuente extraordinaria de carotenoides: beta-caroteno, principalmente, pero también criptoxantina, luteína, zeaxantina, etc. ¡La espirulina contiene 30 veces más beta-caroteno que la zanahoria! Estos pigmentos tienen importantes beneficios para la salud de la piel y de los ojos y presentan actividad antioxidante.
Contiene entre un 55 -70 % de proteínas de excelente calidad, que tienen la ventaja de ser ricas en aminoácidos esenciales (aquellos que el cuerpo no puede fabricar).
Entre los ácidos grasos que aporta la Espirulina un 40% es ácido gama-linolénico (GLA), precursor de mediadores químicos de reacciones inflamatorias e inmunitarias. Su composición en ácidos grasos revela también la presencia de una alta concentración de omega-3 y omega-6, que previenen la acumulación de colesterol en el organismo, lo que constituye un importante factor de prevención de riesgo cardiovascular.
Entre sus minerales destaca su aporte de hierro con una biodisponibilidad poco frecuente entre los alimentos de origen vegetal (se absorbe dos veces más que el hierro vegetal presente en otros alimentos) por lo que las algas son alimentos muy recomendables en dietas vegetarianas.
Por último, la Espirulina es rica en ficocianina, asociación de proteínas y pigmentos que participan en la fotosíntesis de la Espirulina y que le otorgan su color azul-verdoso.